El gas licuado del petróleo (GLP) o gas para automoción es un gas licuado formado por butano y propano que se utiliza para alimentar motores Otto de combustión, y es tan válido como la gasolina, el gasóleo o el gas natural. Se obtiene durante el proceso de extracción del gas natural, y tiene un alto grado de pureza, lo que impide su envejecimiento y mejora su conservación.
¿Cómo se obtiene el GLP? Los gases se licuan a una presión relativamente baja, de entre 6 y 10 bares y se almacenan en depósitos de gas presurizados. De esta manera, pueden transportarse y almacenarse grandes cantidades de GLP en poco espacio. En comparación con la gasolina, el GLP tiene un gran poder antidetonante y, según su proporción de propano y butano, un octanaje de entre 103 y 115 octanos.
El GLP es una mezcla de hidrocarburos y está formado por propano y butano. Pero además contiene una sustancia olorosa que se añade como medida de protección, ya que este gas es incoloro e inodoro. Ambos gases se mezclan para obtener la combinación perfecta, ya que el propano es más ligero que el butano y se condensa a temperaturas inferiores, mientras que el butano aporta más energía por unidad de volumen. Según el mercado, la proporción de cada gas varía, de forma que relaciones de mezcla comunes son de 50:50 (en porcentaje de butano-propano) en verano, y de 80:20 en invierno. Esta relación puede variar según el proveedor y el país. Por eso, como el propano aporta menos energía que el butano, en invierno el consumo de GLP es superior.
¿Qué necesita un vehículo GLP para funcionar?
¿Cuáles son las ventajas de utilizar GLP? Teniendo en cuenta las características mencionadas en los apartados anteriores y, en comparación con los combustibles convencionales y otras energías motrices alternativas, el GLP tiene un balance ambiental excelente. Solo el hidrógeno y el gas natural consiguen unos resultados similares, así que no está de más conocer cuáles son sus beneficios concretos:
¿Es posible adaptar el vehículo a GLP? Los vehículos que funcionan con gasolina sí que pueden ser adaptados para funcionar con este combustible alternativo, siempre y cuando cumplan como mínimo con la norma anticontaminación Euro 3. Para ello, se comercializan kits homologados que deben ser instalados por talleres especializados.
Además, este tipo de adaptación es considerada como reforma de importancia, por lo que durante los 15 días siguientes el vehículo debe visitar las instalaciones de la ITV para verificar que la instalación es correcta y legalizar así el cambio efectuado.
En definitiva, el uso de GLP en los vehículos de gasolina es una realidad, tanto en vehículos nuevos como en aquellos que se quieran adaptar, que supone un ahorro sustancial en el consumo del automóvil. La adaptación requiere que se emplee un kit homologado que tendrá ser instalado por talleres especializados y deberá superar la certificación de la ITV.